A mediados de 2011 sucedió algo que no planée, pero que quizás sí estaba planeado para mí. A raíz de la maternidad, necesitando imperiosamente otro estilo de vida, además del trabajo en relación de dependencia, empecé a desear y soñar profundamente con la posibilidad de un trabajo más creativo vinculado a mi manera de ver, sentir y vivir. Un trabajo o un oficio que me permitiera estar cerca de mi hija en sus primeros años. Algo que además integrara la contemplación con mi experiencia artística.
Había estudiado Diseño, Fotografía, Bellas Artes e incluso Yoga. Pero aún si mi energía va por el lado de las artes, jamás había experimentado con lo textil.
Asique, entregada a la intensa alquimia de la maternidad, empecé a silenciarme y a realmente aceptar el proceso de transformación que mi vida pedía -no excento de confusión y miedos. Y así, entregada, florecieron una aguja y una hebra en mi mano. Empecé a bordar intuitivamente, sin reparo por los puntos, formas ni normas del oficio, necesitaba hacerlo. Aparecieron las boinas de campo (en esa época empezaba el frío) y me dediqué a embellecerlas con lanas y colores.
Sólo un mes más tarde y en confianza de lo que se desplegaba, formé “PAISANA por Mercedes Güiraldes”, haciendo eco de mi abuelo y de su tío Ricardo, el autor y místico, que desde algún lugar secreto sentía que me guíaban.
Eventualmente me pidieron cursos y talleres. Hoy, además de vender mis boinas y productos a pedido, me dedico a brindar talleres en Buenos Aires y el interior, con el foco puesto, no sólo en enseñar lo que sé, sino más bien en ofrecer un espacio de encuentro, de disfrute pleno, para abrirse a otras miradas, para explorar la creatividad propia y original, tener experiencias, conocer personas y así construir redes, particularmente entre mujeres, que tan necesario nos resulta!