Nací en 1976 en Sestao, un pueblo industrial de la costa vasca, en el norte de España, dedicado a la construcción naval y la siderurgia. Hija de inmigrantes tenaces y trabajadores, crecí viendo coser a mi madre y trabajar duro a mi padre en la fábrica. Ellos me han inculcado la perseverancia y el amor por el arte desde pequeña. Mi madre cosía y mis hermanas y yo con lápices, telas, hilos, papel y tijeras creábamos nuestros mundos imaginarios.
Ese mundo imaginario me acompaño hasta llegar a la Universidad del País Vasco, donde estudié Bellas Artes.
Era la época de los primeros ordenadores y el nacimiento de Internet. La especialidad de diseño gráfico se entendía como un recurso para trabajar en publicidad, eran los 90.Pero yo seguía el canto de sirenas de los grandes, influenciada por Durero, El Bosco, Chagall, Juan Gris, Caravaggio …así que decidí hacer pintura, quien me diría que ahora el 80 por ciento de mi trabajo es digital.
Apostar por el arte conlleva una vida de altos y bajos, subidón, bajón, subidón , bajón… ¿he escrito bajón? Y, trabajar en mil campos y disciplinas que nos ayuden a llenar el frigorífico mientras en mi caso, dibujaba.
Todo ello me ha llevado hasta donde estoy ahora, viviendo en Navarra, en un valle, en el corazón del Camino de Santiago, rodeada de naturaleza, influenciada por William Morris, que hizo que viera el arte no solo en cuadros, esculturas sino en todo; en los tejidos, en los objetos cotidianos… me considero dibujante porque esa es mi base, lápiz y papel de ahí parte todo… aunque soy multidisciplinaria, amar esta profesión es estar abierto a cualquier expresión artística que me ayude a recrear mi mundo interior. Porque el arte es mi esencia y no concibo la vida sin garabatear.